19 d’agost, 2009

Charlando con colorceniza.

…si lo sabe. Y esto es lo que nos diferencia. Yo lo haría por ella y ella no lo haría por mí.
Sinceramente, nunca he dejado de hacerlo. –De luchar, digo-
Lo triunfante aquí es reír, llorar es solo para los perdedores que no saben perder, es resignarse. Yo también soy la perdedora, yo tampoco se perder.
-¿Y?
Ayer volví a evadirme. Tengo los nudillos rotos, y no es por mí. El optimismo me traiciona siempre, el saco de ilusiones murió siendo poco más que esto… solo ilusiones. El de mis alegrías tiene un agujero, que digo uno... cincuenta al menos. Y si, soy su rueda… la que ya se ha pinchado, la que será sustituida, la que es NADA. La de los ojos llorosos, la sin sueños, la de las promesas sin cumplir, la de la cabeza contra las rodillas y la espalda contra la pared… ¿Sigo?
Si, de hecho seguiré, seguiré ahogándome, porque no iba a hacerlo; ya lo estaba haciendo. No hay tiempo porque me lo han robado. –no lo merece.-
La princesa no está echa para esto, y hoy montada en este coche… -tu me entenderás- no prefiero tomar el control, quizás lo mejor, sea explotar a autodestruirse. Volar, caer, sentir el golpe, después el calor del asfalto en la piel…
-¿Y luego?
-Luego nada.

Final de trayecto.
Porque la princesa no quiere mal de amores. La princesa no está triste, está hasta los cojones.

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